Un viaje transformador entre paisajes, sabores y aprendizajes ancestrales
Desde el momento en que llegué a Cali, me envolvió su cálido ambiente y la riqueza de su gastronomía, influenciada por las tradiciones del Pacífico Colombiano. Fue aquí donde conocí a dos mujeres extraordinarias: Lina Bautista y Leyden Heredia, apasionadas por el turismo regenerativo y expertas en el avistamiento de aves. Ambas me acogieron con calidez y me guiaron en esta aventura.
Lina me llevó a descubrir joyas locales como Karmela Cocina, un lugar que fusiona la tradición africana y mestiza con un toque de innovación. Cada bocado fue una explosión de sabores únicos. Aunque nos despedimos de Leyden en Cali con un fuerte abrazo, continué junto a Lina hacia un destino que cambiaría mi perspectiva: La Finca La Dicha.
Finca La Dicha: Un Refugio de Regeneración y Conexión
Ubicada a menos de una hora de Cali, entre cafetales y bosques, La Dicha es mucho más que una finca: es un espacio regenerativo donde la naturaleza y las personas se encuentran en perfecta armonía.
Desde mi llegada, Lina, con su profundo conocimiento de la biodiversidad, me mostró cada rincón de este mágico lugar. Aquí convive con animales de granja como Junior, un simpático cerdito, y disfruta del canto de aves silvestres que encuentran refugio en este hábitat lleno de vida.
El hospedaje en La Dicha es tan acogedor como su entorno. Las habitaciones, rodeadas de un verdor infinito, ofrecen una experiencia única: dormir entre la nubosidad del bosque y despertar con el canto de aves. En nuestras caminatas, Lina y yo pajareamos, reímos y reflexionamos sobre el equilibrio que ella y su madre, Paulina, han cultivado con tanto amor y esfuerzo.


Turismo Regenerativo: Transformar y Devolver
Durante mi estancia, Lina compartió su filosofía de turismo regenerativo, que busca no solo conservar, sino regenerar. Su proyecto Biotácora es un claro ejemplo de esta visión, organizando experiencias que conectan a los viajeros con la biodiversidad y la cultura local.
Esta iniciativa no solo ha inspirado a quienes la visitan, sino que también ha sido reconocida con la Medalla al Mérito Turístico en la categoría de Innovación Turística, otorgada por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia en 2024. Un logro bien merecido que refleja su impacto transformador.
MERCADAGRO: Sabores, Aromas y Tradición Sostenible
Visitar el Mercado Agroecológico de Dagua, conocido como MERCADAGRO, fue sin duda una de las experiencias más enriquecedoras del viaje. Lina y su madre me guiaron a este vibrante espacio, que reúne a productores locales comprometidos con la agricultura sostenible. Allí, tuve la oportunidad de probar frutas y verduras cultivadas sin químicos, y de aprender sobre productos tradicionales como la flor de Quereme (Lantana camara), utilizada en jabones y colonias con propiedades relajantes y medicinales.
El ambiente del mercado era una celebración de colores, aromas y conversaciones auténticas con los agricultores. Fue un recordatorio palpable de la abundancia que nuestra tierra nos regala cuando la cuidamos con esmero y respeto.
Uno de los momentos más especiales fue descubrir el emprendimiento “Hierba Buena Herbolaria” (quedé fascinada con ellos). Este proyecto elabora aceites esenciales utilizando plantas que para mí eran desconocidas, como el prontoalivio (Clerodendrum serratum), con propiedades antiinflamatorias, analgésicas y calmantes, además de otras más familiares como la Lavanda. Me enamoré de sus aromas y propiedades curativas, llevándome tantos productos como pude. Ahora espero que se terminen, porque sé que será la excusa perfecta para volver.
Mientras paseábamos entre los puestos, nos detuvimos a admirar unas hermosas artesanías de aves, cuyos ojos parecían observarnos con curiosidad. Estos detalles se convirtieron en parte de nuestra experiencia, especialmente cuando nos sentamos a disfrutar de un delicioso café en un rincón encantador del mercado. Gracias al antojo de la mamá de Lina, lo acompañamos con un postre exquisito, que fue el toque final perfecto para este día inolvidable.
El ambiente del mercado era una celebración de colores, aromas y conversaciones auténticas con los agricultores. Fue un recordatorio palpable de la abundancia que nuestra tierra nos regala cuando la cuidamos con esmero y respeto.
La decoración del lugar estaba repleta de pequeños detalles que invitaban a detenerse y reflexionar sobre todo lo que habíamos vivido. Sin duda, este mercado encarna la conexión entre las tradiciones ancestrales y las prácticas sostenibles del presente, dejándonos una valiosa lección de respeto y cuidado hacia nuestra tierra.


WAMBID: Sabiduría Ancestral y Comunidad Viva
El destino quiso que en este lugar especial nos cruzáramos con la gran Maestra, quien, al reencontrarse con Lina y su madre, no pudo ocultar su emoción. Con amabilidad, nos invitó a compartir un almuerzo que resultó ser una oportunidad invaluable para conocer el increíble proyecto que lidera. Mi alegría era inmensa, ya que este día, que parecía no poder dar más, seguía superando todas las expectativas.
Hicimos una breve parada para recoger a José Luis, quien se unió a esta experiencia inolvidable. Fue fascinante escucharle contar sobre su tiempo en Ecuador en 1999, recordando con detalle la erupción del volcán Guagua Pichincha y los cautivadores paisajes ecuatorianos que aún guarda en su memoria.
No podía imaginar que existieran comunidades como esta, donde la vida en armonía y una filosofía tan significativa se mantienen vigentes. En la Comunidad WAMBID, una escuela de saberes ancestrales, personas de diferentes orígenes se reúnen con el propósito de convivir y contribuir. Este modelo de vida se basa en la siembra, la cosecha, el reciclaje, la reutilización y el trabajo colectivo, donde todos se benefician cuando suman esfuerzos. La comunidad preserva su cosmovisión ancestral mientras aplica principios de sostenibilidad de una forma admirable.
Desde descubrir los secretos de la medicina tradicional hasta reflexionar sobre la conexión entre el ser humano y la naturaleza, esta experiencia fue una puerta a un conocimiento profundo que rara vez se encuentra en los libros.
El almuerzo fue un auténtico deleite para el alma, preparado con dedicación y frescura. Para cerrar la jornada con broche de oro, tres mujeres talentosas nos deslumbraron con un son del Pacífico, envolviéndonos con sus voces cálidas y ritmos vibrantes de percusión. Fue un momento lleno de magia que dejó una huella imborrable en mi corazón.
Rutas Regenerativas hechas a mano en Colombia.
La Dicha: un espacio regenerativo y acogedor
Desde el momento en que llegué a La Dicha, situada a menos de una hora de Cali en un rincón rodeado de cafetales y bosques, supe que este no sería un viaje común. Lina, con su sonrisa cálida y su conocimiento profundo de la biodiversidad, me mostró cada rincón de su finca, un lugar que no solo sirve como refugio para los viajeros, sino también como un espacio regenerativo para la naturaleza y las personas. De manera natural y comprometida, Lina convive con animales de granja como Junior, su simpático cerdito, y más animales de granja, así como los silvestres que disfrutan de este hábitat pródigo y natural.
La finca ofrece hospedaje cómodo y armonioso, estuve en un alojamiento bastante cómodo, acogedor, un verdadero lujo al estar rodeada de verdor y cobijada de la nubosidad propia de este bosque que contrastaba con los cantos de una cantidad sorprendente de aves. Esta experiencia fue realmente un regalo que inició con el atardecer orquestado por el canto de las aves, y que es motivo de pasión y conservación para Lina.
En una de nuestras caminatas pajareamos y conversamos, nos reímos y contemplamos la belleza que nos ofrece la biodiversidad en la finca, pues refleja el equilibrio que Lina y su madre han cultivado con tanto esmero.
Turismo regenerativo: devolver más de lo que tomamos
Durante mi estancia, Lina compartió conmigo su filosofía de turismo regenerativo, que busca ir más allá del turismo sostenible. En sus palabras, no se trata solo de conservar, sino de regenerar, de devolver a la tierra y a las comunidades más de lo que tomamos. Esta visión cobra vida en su proyecto Biotácora, que organiza experiencias únicas y significativas para los viajeros, conectándolos con la cultura local y la biodiversidad. Y bien merecido tiene el reconocimiento más reciente al que se ha hecho merecedora con la Medalla al mérito turístico otorgado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia para Biotácora, en la categoría de Innovación turística para la gestión del cambio, subcategoría innovación no tecnológica “Ecosistema de experiencias”, 2024. Bien merecido y felicidades por ello.
Mucho más que un Mercado, MERCADAGRO: sabores, aromas y tradición sostenible
Una de las experiencias más enriquecedoras fue mi visita al Mercado Agroecológico de Dagua, conocido como MERCADAGRO. Lina y su madre me llevaron a este mercado, que es un punto de encuentro para productores locales comprometidos con la agricultura sostenible. Allí probé frutas y verduras cultivadas sin químicos, y aprendí sobre productos tradicionales como la flor de Quereme (Lantana camara), utilizada en jabones y colonias que ofrecen propiedades relajantes y medicinales. La atmósfera vibrante del mercado, llena de colores, aromas y conversaciones con los agricultores, fue un recordatorio de la riqueza que ofrece nuestra tierra cuando la cuidamos con respeto.
Uno de los momentos más memorables fue descubrir un emprendimiento “Hierba Buena Herbolaria” (los amé), de aceites esenciales que utilizaba plantas que no había conocido como el prontoalivio (Clerodendrum serratum), con propiedades antiinflamatorias, analgésicas y calmantes, y muchas otras conocidas como la Lavanda. Su aroma y propiedades curativas me fascinaron, y me llevé todo lo que pude, y estoy esperando que se terminen, pues así tendré un pretexto perfecto para volver a visitarles.
Mientras recorríamos los puestos, también encontramos artesanías hermosas de aves, cuyos ojos parecían seguirnos con curiosidad, convirtiéndose en parte de nuestra experiencia, mientras tomábamos un delicioso café en un lugar encantador, que forma parte del mercado, y que gracias al capricho de la mamá de Paulina lo acompañamos con un delicioso postre.
La decoración del lugar, estuvo llena de detalles, lo hacía perfecto para detenerse y reflexionar sobre todo lo que habíamos vivido ese día.
Este lugar sin duda condensa y simboliza una conexión entre las tradiciones ancestrales y las prácticas modernas de sostenibilidad.
Comunidad WAMBID: saberes ancestrales y aprendizaje profundo
No fue casualidad que en este lugar nos encontramos con la gran Maestra que se emocionó mucho al encontrarse con Lina y su Madre, no dudó en invitarnos al almuerzo y así permitirme conocer un tremendo proyecto que ella lidera, mi alegría fue enorme, pues el día parecía que iba quedándose corto, hicimos una corta parada para recoger a ………… y disfrutar de esta visita reveladora, me alegró saber que José Luis vivió un tiempo en Ecuador en 1999, y guardaba un vívido recuerdo de la erupción del Volcán Guagua Pichincha y de los paisajes ecuatoriales.
No imaginé que lugares como estos en los que se vive en Comunidad de una forma tan especial, estuvieran vigentes y que se practique una filosofía de vida tan hermosa en la que viví momentos de introspección y aprendizaje en la Comunidad WAMBID, esta es una escuela de saberes ancestrales, en las que personas de diferente origen, llegaron buscando la posibilidad de aportar y convivir de manera mancomunada, basados en la siembra, la cosecha, el reciclaje, la reutilización, el trabajo comunitario en el que todos se benefician si todos suman esfuerzos, aquí se preserva su cosmovisión y se aplica la sostenibilidad en su máxima expresión.
Desde aprender sobre la medicina tradicional hasta reflexionar sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza, esta experiencia fue un puente hacia un conocimiento profundo que pocas veces se encuentra en los libros. El almuerzo fue delicioso, totalmente nutritivo para el alma, y se complementó con un momento musical con tres mujeres talentosísimas que nos deslumbró con un son del Pacífico, entre voces fuertemente cálidas e instrumentos de percusión.


Gratitud y promesa de retorno
Al regresar a La Dicha, era momento de empacar, viví tantos momentos importantes en tan poco tiempo, definitivamente no es la cantidad, sino la calidad, parecía que hubiera estado una semana y apenas fueron casi 48 horas, reservamos un tiempo corto para un cafecito de despedida y cerrar este capítulo con un hasta pronto.
Su hospitalidad no solo se reflejó en su delicioso café, sino en su capacidad para hacerme sentir parte de algo mucho más grande: una red de personas y lugares que trabajan en armonía para regenerar nuestro mundo.
Este viaje no fue solo una aventura, sino una transformación personal. Lina Bautista, con su pasión por las aves y su compromiso con el turismo regenerativo, y su madre, con su sabiduría y calidez, me mostraron que es posible crear un impacto positivo mientras descubrimos el mundo. La Finca La Dicha no es solo un lugar para visitar, es un refugio para el alma y un recordatorio de que cada paso que damos puede contribuir a un futuro más justo y sostenible.
Partí de La Dicha con el corazón lleno de gratitud y la promesa de regresar. Porque más allá de los paisajes y las experiencias, lo que perdura son las conexiones: con las personas, con la naturaleza y con nosotros mismos. ¡Volveré!
Y si tú quieres vivir esta experiencia, no dudes en contactarla https://biotacora.com/ Rutas Regenerativas hechas a mano en Colombia.
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